Emociones, creatividad, autoconcepto y cine. Una experiencia educomunicativa en educación primaria
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2017Resumen:
El cine, esa imagen en movimiento ideada por los hermanos Lumière, posee desde sus inicios un poder de seducción para el ser humano, independientemente de cuál sea su edad, su sexo o su condición económica y social. El cine consigue fascinar, atrapar al espectador, adentrarlo en otro mundo, en otra realidad, en un universo real o de fantasía. Su principal función es la de entretener y divertir, pero sus beneficios van más allá. Desde el punto de vista pedagógico, es un recurso innovador con una innegable función educativa. Debemos aprovechar su poder de atracción y abrirle las puertas de las aulas de par en par, incorporándolo en las programaciones de manera normalizada. Para los docentes debe ser como una herramienta educomunicativa a su servicio, de cómoda disposición, motivadora y facilitadora del aprendizaje. Pero en la escuela no sólo hay escasez de contenidos relacionados con el cine, sino también de contenidos de tipo emocional. El desarrollo de las capacidades intelectuales tiene un peso más contundente en las programaciones actuales que el desarrollo de las afectivas, delimitándolas casi de manera exclusiva al ámbito familiar. Por otra parte, hay una predilección del pensamiento convergente frente al divergente. En numerosos centros, las manifestaciones creativas en el aula quedan fuera de lugar, mermando a medida que el niño pasa a un curso superior. Las nuevas corrientes pedagógicas demandan una educación más efectiva, más acorde a las necesidades reales del niño y de la sociedad, en el que emociones y creatividad sean elementos curriculares indispensables. Es necesario, por tanto, que la escuela se adapte a las nuevas necesidades actuales para poder hacer frente a tiempos de incertidumbre futura.
El cine, esa imagen en movimiento ideada por los hermanos Lumière, posee desde sus inicios un poder de seducción para el ser humano, independientemente de cuál sea su edad, su sexo o su condición económica y social. El cine consigue fascinar, atrapar al espectador, adentrarlo en otro mundo, en otra realidad, en un universo real o de fantasía. Su principal función es la de entretener y divertir, pero sus beneficios van más allá. Desde el punto de vista pedagógico, es un recurso innovador con una innegable función educativa. Debemos aprovechar su poder de atracción y abrirle las puertas de las aulas de par en par, incorporándolo en las programaciones de manera normalizada. Para los docentes debe ser como una herramienta educomunicativa a su servicio, de cómoda disposición, motivadora y facilitadora del aprendizaje. Pero en la escuela no sólo hay escasez de contenidos relacionados con el cine, sino también de contenidos de tipo emocional. El desarrollo de las capacidades intelectuales tiene un peso más contundente en las programaciones actuales que el desarrollo de las afectivas, delimitándolas casi de manera exclusiva al ámbito familiar. Por otra parte, hay una predilección del pensamiento convergente frente al divergente. En numerosos centros, las manifestaciones creativas en el aula quedan fuera de lugar, mermando a medida que el niño pasa a un curso superior. Las nuevas corrientes pedagógicas demandan una educación más efectiva, más acorde a las necesidades reales del niño y de la sociedad, en el que emociones y creatividad sean elementos curriculares indispensables. Es necesario, por tanto, que la escuela se adapte a las nuevas necesidades actuales para poder hacer frente a tiempos de incertidumbre futura.
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