La educación preescolar del niño sordo
View/ Open
Education Level:
Document type:
Artículo de revistaEstadísticas:
View Usage StatisticsMetadata:
Show full item recordAuthor:
Date:
1957Published in:
Revista de educación. Madrid, 1957, monográfico ; p. 18-22Abstract:
El niño sordomudo en la etapa preescolar tiene necesidades tanto físicas como intelectuales y lingüísticas. A las primeras no es especialmente complicado darle respuesta: higiene y cuidados, sobre todo del sistema auditivo. Las segundas, las intelectuales, son esenciales, debido al déficit de estímulos e información, por la carencia de un desarrollo lingüístico. Como mucho el niño sordomudo en edad preescolar sólo posee un lenguaje mímico embrionario. Lo fundamental en esta etapa es evitar que un niño sordo con la misma capacidad intelectual que un niño que no lo es, tenga un retraso intelectual, fruto de las dificultades para la adquisición lingüística que le impone su minusvalía. Los principales instrumentos que se dispone para ello son la lectura labial, que consiste en hablar al niño como si oyera, para que aprenda el lenguaje por medio de la simple lectura de los labios; la educación auditiva, para aquellos niños con alguna capacidad auditiva, por muy pequeña que sea, la preparación para la palabra, o enseñar al niño a que realice los movimientos necesarios para la emisión de una palabra, pese a que no pueda pronunciarlos bien, y por último los juegos educativos, con demostraciones más que con explicaciones.
El niño sordomudo en la etapa preescolar tiene necesidades tanto físicas como intelectuales y lingüísticas. A las primeras no es especialmente complicado darle respuesta: higiene y cuidados, sobre todo del sistema auditivo. Las segundas, las intelectuales, son esenciales, debido al déficit de estímulos e información, por la carencia de un desarrollo lingüístico. Como mucho el niño sordomudo en edad preescolar sólo posee un lenguaje mímico embrionario. Lo fundamental en esta etapa es evitar que un niño sordo con la misma capacidad intelectual que un niño que no lo es, tenga un retraso intelectual, fruto de las dificultades para la adquisición lingüística que le impone su minusvalía. Los principales instrumentos que se dispone para ello son la lectura labial, que consiste en hablar al niño como si oyera, para que aprenda el lenguaje por medio de la simple lectura de los labios; la educación auditiva, para aquellos niños con alguna capacidad auditiva, por muy pequeña que sea, la preparación para la palabra, o enseñar al niño a que realice los movimientos necesarios para la emisión de una palabra, pese a que no pueda pronunciarlos bien, y por último los juegos educativos, con demostraciones más que con explicaciones.
Leer menos