El habla, abierta al trabajo humanizador
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1992Published in:
Revista complutense de educación. Madrid, 1992, v. 3, n. 1-2 ; p. 167-178Abstract:
El trabajo, como relación activa y recíproca de la identidad consciente y de la concreta alteridad objetiva, remite en la comprensión a lo que en el hombre es palabra, a saber, todo cuanto desde él expresa algo cognoscible en la dimensión interhumana. Tener en común recursos acordes con la índole esencial del hombre, supone en los individuos humanos y entre ellos relaciones de trabajo que inciden en la realidad, y que cobran significación al compartir ellos, a nivel humano, significados esclarecedores de los problemas. La mediación lingüística resulta, pues, ineludible en el trabajo, visto como proceso de pervivencia y constitución del hombre por la vinculación activa y recíproca al contexto. La apertura a preguntas y respuestas cada vez más acordes con las propias exigencias de realización humana, los productos y dinamismos del trabajo se muestran siempre inconclusos ante el horizonte de posibilidades de la acción intencional compartida. Trátese de incidir en la autorregulación por algún tipo de coherencia dinámica, manifestativa y realizadora: capaz de suscitar formas de búsqueda acordes con la propia coherencia personal constitutiva, abrirla ante el horizonte de respuestas, y permitirle valoraciones justas que se traduzcan en decisiones, asumidas con la correspondiente eficacia. Hablar según las personas lo pueden y lo necesitan esencialmente, es compartir el proyecto de realizarse, por la coherencia activa y eficaz de relaciones humanas y humano-objetivas, en sentido humanizador.
El trabajo, como relación activa y recíproca de la identidad consciente y de la concreta alteridad objetiva, remite en la comprensión a lo que en el hombre es palabra, a saber, todo cuanto desde él expresa algo cognoscible en la dimensión interhumana. Tener en común recursos acordes con la índole esencial del hombre, supone en los individuos humanos y entre ellos relaciones de trabajo que inciden en la realidad, y que cobran significación al compartir ellos, a nivel humano, significados esclarecedores de los problemas. La mediación lingüística resulta, pues, ineludible en el trabajo, visto como proceso de pervivencia y constitución del hombre por la vinculación activa y recíproca al contexto. La apertura a preguntas y respuestas cada vez más acordes con las propias exigencias de realización humana, los productos y dinamismos del trabajo se muestran siempre inconclusos ante el horizonte de posibilidades de la acción intencional compartida. Trátese de incidir en la autorregulación por algún tipo de coherencia dinámica, manifestativa y realizadora: capaz de suscitar formas de búsqueda acordes con la propia coherencia personal constitutiva, abrirla ante el horizonte de respuestas, y permitirle valoraciones justas que se traduzcan en decisiones, asumidas con la correspondiente eficacia. Hablar según las personas lo pueden y lo necesitan esencialmente, es compartir el proyecto de realizarse, por la coherencia activa y eficaz de relaciones humanas y humano-objetivas, en sentido humanizador.
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