Evolución de la oferta educativa para adultos : de la educación a distancia a los centros de segunda oportunidad
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2008Publicado en:
Participación educativa. 2008, n. 9 ; p. 30-52Resumen:
La acreditación de cualificaciones es un objetivo compartido por los sistemas de educación y formación. Es necesario establecer mecanismos fluidos de trasvase de adultos en proceso de formación permanente, desde cualquier sistema al que pueda acceder, formal o no formal, al resto de ofertas formativas, de modo que cada uno pueda escoger y utilizar las vías que mejor se adecuen a su nivel, disponibilidad horaria, voluntad de trabajo o capacidad de asimilación de conocimientos. El análisis que se realiza de las políticas para formación de adultos indica que desde la Ley de 1962 existe una clara preocupación de las Administraciones educativas por la formación de adultos. A los intentos de los años 70 y 80, se han incorporado políticas con una mayor dotación presupuestaria en los años 90 del siglo XX, tanto en el ámbito educativo (desarrollos de la LOGSE) como en el laboral (desarrollos de la formación ocupacional y continua). Parece claro que los cambios en las Leyes educativas y en los organismos impulsores de la formación de adultos no bastan para modificar los resultados. En el siglo XXI se debe plantear ir a una actuación integrada, global, para llegar a una parte significativa de la población que tiene baja o nula cualificación, utilizando de modo coordinado los recursos disponibles en los distintos subsistemas.
La acreditación de cualificaciones es un objetivo compartido por los sistemas de educación y formación. Es necesario establecer mecanismos fluidos de trasvase de adultos en proceso de formación permanente, desde cualquier sistema al que pueda acceder, formal o no formal, al resto de ofertas formativas, de modo que cada uno pueda escoger y utilizar las vías que mejor se adecuen a su nivel, disponibilidad horaria, voluntad de trabajo o capacidad de asimilación de conocimientos. El análisis que se realiza de las políticas para formación de adultos indica que desde la Ley de 1962 existe una clara preocupación de las Administraciones educativas por la formación de adultos. A los intentos de los años 70 y 80, se han incorporado políticas con una mayor dotación presupuestaria en los años 90 del siglo XX, tanto en el ámbito educativo (desarrollos de la LOGSE) como en el laboral (desarrollos de la formación ocupacional y continua). Parece claro que los cambios en las Leyes educativas y en los organismos impulsores de la formación de adultos no bastan para modificar los resultados. En el siglo XXI se debe plantear ir a una actuación integrada, global, para llegar a una parte significativa de la población que tiene baja o nula cualificación, utilizando de modo coordinado los recursos disponibles en los distintos subsistemas.
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