Moralización, trabajo y educación en la génesis de la política asistencial decimonónica
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1999Publicado en:
Historia de la educación : revista interuniversitaria. 1999, n. 18 ; p. 67-91Resumen:
Coincidiendo con el incremento de la pobreza a comienzos del siglo XIX, asistimos a la paulatina asunción del control social por parte del Estado. La caridad privada y eclesiástica del Antiguo Régimen, comenzará a transformarse en beneficiencia pública, aunque sigue dándose un mismo tratamiento a la sociedad marginal, tratamiento que básicamente pretende su moralización. Fundamentos básicos de esa moralización fueron el trabajo y la educación, que centran el interés de este artículo, en particular referidos a los establecimientos benéficos. Trabajo y educación para los pobres fueron exigencias que se reiteraron en los escritos de filántropos, políticos y moralistas, siguiendo la tradición de los siglos precedentes, y que se fueron integrando en la legislación decimonónica, así como en los documentos rectores de los lugares de acogida. Una educación siempre elemental y con un fuerte carácter profesionalizador, que pretendía, básicamente, neutralizar los riesgos de la peligrosidad social, transmitiendo los valores de la sociedad dominante.
Coincidiendo con el incremento de la pobreza a comienzos del siglo XIX, asistimos a la paulatina asunción del control social por parte del Estado. La caridad privada y eclesiástica del Antiguo Régimen, comenzará a transformarse en beneficiencia pública, aunque sigue dándose un mismo tratamiento a la sociedad marginal, tratamiento que básicamente pretende su moralización. Fundamentos básicos de esa moralización fueron el trabajo y la educación, que centran el interés de este artículo, en particular referidos a los establecimientos benéficos. Trabajo y educación para los pobres fueron exigencias que se reiteraron en los escritos de filántropos, políticos y moralistas, siguiendo la tradición de los siglos precedentes, y que se fueron integrando en la legislación decimonónica, así como en los documentos rectores de los lugares de acogida. Una educación siempre elemental y con un fuerte carácter profesionalizador, que pretendía, básicamente, neutralizar los riesgos de la peligrosidad social, transmitiendo los valores de la sociedad dominante.
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