La estética del toreo
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Fecha:
1948Publicado en:
Revista nacional de educación. 1948, n. 81 ; p. 9-24Resumen:
Si la lidia es arte no se entiende por qué los estetas clásicos , al proceder así, han pasado por alto elementos esenciales de lo dado como son la lidia y sus bellezas y, esta mutilación de lo bello les llevó a concepciones incompletas sobre el arte y su expresión esencial.. De ahí, que todas las grandes teorías estéticas coincidan en un punto: en considerar el arte como una actividad que, a nivel práctico, se caracteriza por ser inútil. La estética tradicional, tanto la metafísica como la científica y positivista, reposa en la concepción de la utilidad de la obra artística y de su falta de verdadera realidad. A tal punto, que reduce la belleza a puro simulacro, a imitación, a finalidad sin fin, a simple apariencia, a pura forma. Pero existe un arte, la lidia, en donde la belleza es realidad auténtica y cuya creación reporta utilidad positiva a quien la crea. De ahí que juzguemos incompleta la estética tradicional e indispensable ampliarla con retoques sustanciales para que comprenda todas las manifestaciones de lo bello. Más nada se logra afirmando que la lidia es arte bello; precisa demostrar su belleza, porque sólo la demostración de su elevado valor estético ha de convencer a los cultos de la necesidad de ampliar las teorías sobre la esencia del arte y la belleza en nombre de las corridas de toros.
Si la lidia es arte no se entiende por qué los estetas clásicos , al proceder así, han pasado por alto elementos esenciales de lo dado como son la lidia y sus bellezas y, esta mutilación de lo bello les llevó a concepciones incompletas sobre el arte y su expresión esencial.. De ahí, que todas las grandes teorías estéticas coincidan en un punto: en considerar el arte como una actividad que, a nivel práctico, se caracteriza por ser inútil. La estética tradicional, tanto la metafísica como la científica y positivista, reposa en la concepción de la utilidad de la obra artística y de su falta de verdadera realidad. A tal punto, que reduce la belleza a puro simulacro, a imitación, a finalidad sin fin, a simple apariencia, a pura forma. Pero existe un arte, la lidia, en donde la belleza es realidad auténtica y cuya creación reporta utilidad positiva a quien la crea. De ahí que juzguemos incompleta la estética tradicional e indispensable ampliarla con retoques sustanciales para que comprenda todas las manifestaciones de lo bello. Más nada se logra afirmando que la lidia es arte bello; precisa demostrar su belleza, porque sólo la demostración de su elevado valor estético ha de convencer a los cultos de la necesidad de ampliar las teorías sobre la esencia del arte y la belleza en nombre de las corridas de toros.
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